BIOGRAFÍA - OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV
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Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-1986) n
ació en Serbzy, Macedonia, el 30 de enero de 1900, siendo búlgaro de origen. Vivió hasta los siete años en una pequeña aldea de Macedonia cerca del monte Pelister. A veces acompañaba a su padre al bosque o iba a cortar leña para hacer carbón con otros aldeanos. Se sentía tan atraído por el fuego que una vez accidentalmente incendió la granja de sus padres.
Una vez, cuando tenía apenas siete años, mientras los carboneros trabajaban en el bosque, un amigo de su padre, para ocuparle, le dio a leer el Evangelio de San Juan; se conmovió tanto que al lado de Jesús se sintió un gran pecador, lloró sinceramente por sus faltas y decidió ser bueno, justo y piadoso. Cuando olvidó este arrepentimiento volvió a comportarse como los demás niños. Cuando todavía contaba con siete años, vio su aldea saqueada e incendiada por los griegos. Él se paseaba por los campos cuando vio las tropas armadas acercarse. Su grito fue tan fuerte que avisó a muchos aldeanos del peligro. Todos fueron a esconderse en el río donde pasaron la noche escondidos en el agua. Cuando salieron habían muerto muchos habitantes. Por esta razón su familia abandonó Macedonia para instalarse al borde el Mar Negro, en Varna.
Cuando tenía nueve años muere su padre, y algún tiempo después su madre sin recursos tuvo que volverse a casar para sostener a Mikhaël y a su hermano Alejandro. La madre moriría en 1973, casi con cien años de edad.
Sus primeros años en la escuela fueron muy difíciles porque no tenía dinero para comprar los libros, así que lo que hacía era ver en los libros de sus compañeros de clase. A pesar de ir muchas veces en ayunas al colegio y de no tener libros, atraía la simpatía de los profesores por su natural inteligencia y porque siempre que le interrogaban recordaba alguna página leída en los libros de las bibliotecas o en los hogares culturales, y tejiendo historias apasionantes en torno al tema planteado, siempre salía bien librado.
Adolescencia
A la edad de 11 años, lleno de audacia, a la cabeza de una banda de pequeños compañeros, quiso reemplazar en la sede diplomática turca de Varna la bandera de los antiguos ocupantes por la bandera nacional. Sorprendidos por la policía, sus compañeros huyeron. Él continuó solo con la bandera búlgara que no quería soltar y los agentes a caballo le escoltaron hasta el puesto de policía en el que nadie tuvo el valor de reprenderle: estaban demasiado orgullosos del valor y del patriotismo de ese niño. Sin embargo, él no lo había hecho por patriotismo sino por sentido de justicia.
Practicó toda clase de oficios. Trabajó en una herrería, pero las chispas del fuelle le saltaba y quemaban sus pies desnudos de niño pobre, así que lo dejó; fue sastre por un día, ya que se durmió del aburrimiento sentado mientras cosía; fue empleado en una fábrica de bombones, donde, con su estómago vacío, se atiborró tanto de ellos que aprendió de golpe la ley de la mesura; fue empleado también en una fábrica de pasteles; durante la primera guerra mundial fue secretario en una administración que distribuía las cartillas de racionamiento, aquí se dio cuenta rápidamente que el papeleo hace olvidar el lado humano de los asuntos.
Por esta época, en la entrada de la iglesia de la Santísima Trinidad en Varna había un mendigo andrajoso pero muy simpático, con su larga barba enmarañada, y Mikhaël iba a menudo a verle con uno de sus amigos para charlar con él. Después de charlas en varias ocasiones con él, Mikhaël y su amigo decidieron ayudarle, fueron a ver a la directora de un hospicio y la persuadieron de que tomara a su cargo a este mendigo. El anciano fue conducido al hospicio por los dos amigos y le lavaron, afeitaron y recibió una auténtica cama en una habitación de verdad. Dos o tres semanas más tarde se volvieron a encontrar al mendigo en la puerta de la iglesia nuevamente y éste les explicó que era más feliz mendigando que en el hospicio, alimentado, alojado y lavado. Mikhaël nunca olvidaría esta lección. Ayudar externamente a un hombre no basta: uno quiere aquello a lo que está habituado. Sólo si se consigue cambiar internamente a los hombres se pueden cambiar sus condiciones externas.
También fue por esta época cuando sintió con más fuerza esa inmensa necesidad de misericordia y de protección divinas. Fue por esta época de los dieciséis cuando un acontecimiento marcó verdaderamente su vida, y la primera vez que lo contó fue en 1967 (más de 50 años después) durante un ciclo de conferencias sobre el sol. Había leído un pequeño folleto que trataba sobre ejercicios de respiración, y practicaba entonces durante varias horas consecutivas unas respiraciones rítmicas muy prolongadas. Una mañana de primavera, cuando se encontraba sentado en un parque ubicado en lo alto de la ciudad, empezó la lectura de un libro cuyas descripciones del mundo invisible le llenaron y le propulsaron a una altura tal que sintió, en un momento dado, que había absorbido una gota de fuego celestial. Sintió que era Uno con el universo en la perfección de su belleza. Esto le sumergió en un estado de arrobamiento, de éxtasis y de adoración tal que llegó a perder el sentido.
En 1917, cuando contaba con diecisiete años de edad tuvo un encuentro determinante con Peter Deunov: filósofo, psicólogo, conferenciante, compositor y clarividente, fundador de la Fraternidad Blanca Universal y que dirigió desde 1901 hasta su muerte en 1944. Peter Deunov había sido excomulgado por los obispos ortodoxos y exiliado lejos de Sofía, la capital de Bulgaria. Vivía desde entonces en una residencia vigilada en Varna donde, desde 1907, se había instalado la familia de Mikhaël. Allí fue donde se encontraron. Mikhaël pronto sintió amor, devoción, admiración y veneración por su Maestro, pues éste veló por él y le protegió durante sus experiencias espirituales. Mikhaël se empezó a dedicar a la contemplación y la oración, yendo a menudo solo a los macizos de Rila o al monte Vitocha. El Maestro Peter le pidió a su discípulo que siguiera sus estudios universitarios.
En 1919, cuando tenía 19 años, Peter Dounov pudo volver a la capital Sofía y Mikhaël le siguió. Tuvo que trabajar y estudiar al mismo tiempo en la universidad, llegando a conseguir varios diplomas como los de Fisiología, Física, Química, Matemáticas y Pedagogía. De su Maestro más tarde diría: “Somos extremadamente privilegiados en Bulgaria, al tener junto a nosotros a un Maestro de este (alto) valor. Nuestro gozo es inmenso por vivir con un ser tan luminoso, lleno de amor y de bondad, por poder oírle y verle en los más simples detalles de la vida cotidiana. Es una gran ventura tener un Maestro capaz de responder a las preguntas más oscuras sobre la existencia del alma, de los otros mundos y de sus habitantes, capaz de explicar cómo puede el hombre comulgar con las fuerzas de la naturaleza...”
Comienzo de la labor de fundación
Cercana la segunda guerra mundial, el Maestro Peter Deunov presintió la casi total prohibición en Bulgaria de su movimiento, que había tomado ya una gran expansión, con más de 40.000 discípulos, lo cual representaba la mayoría frente a los católicos romanos y protestantes juntos. Por esta razón, en 1937, cuando Mikhaël contaba con 37 años de edad, el Maestro Peter lo envió a Francia con el fin de salvaguardar su Enseñanza. Antes de partir, el Maestro le dijo: “Te doy una piedra preciosa, enorme, inestimable.”
Ya en París, en 1938, Mikhaël daba conferencias públicas que asombraban y que le proporcionaban un numeroso y variado auditorio, pero demasiado disparatado y cambiante como para asegurar una continuidad y estabilidad a la obra que quería realizar. También, muy rápidamente, se agrupan a su alrededor algunos discípulos más metódicos. Estos forman en Sèvres una pequeña comunidad, una especie de escuela, o si se quiere, de monasterio o de ashram, que funciona llevando a la práctica en la vida diaria la enseñanza recibida. Los meses pasan y la propiedad llamada Izgrev (“salida del sol”), acoge en la época de congresos a un público más consciente y mejor preparado. De Izgrev saldrán poco a poco otros grupos, se formaran nuevos centros en Francia y en el extranjero; y los congresos se propagarán por otras regiones. Gracias a los esfuerzos de Mikhaël la Enseñanza del Maestro se propagó en la mayoría de las ciudades de Francia y de Suiza, y a continuación, en todos los países de Europa occidental, de América del Norte y varios países de América Latina, de África y de Extremo Oriente. Otro de los centros de congresos más importantes es el de Bonfin (Frèjus, en Francia) o el de Videlinata (en Vevey, Suiza), donde asusten más de mil personas por conferencia.
Mikhaël no tenía pretensiones políticas, pero aún así ciertos espiritualistas malévolos intentaron eliminarle. En esa misma época (1947), algunos personajes políticos le acusaron, al ser de nacionalidad búlgara, de desempeñar un trabajo de agente secreto. Con anterioridad a Mikhaël le habían propuesto esta actividad de varias maneras; a las buenas y a las malas, pero él permaneció incorruptible. Sin embargo, sus enemigos decepcionados se unieron para llevarle a los tribunales, donde fue calumniado, denigrado y escarnecido. se le condenó a 4 años de prisión, de los cuales cumplió solo 2 por su comportamiento irreprochable. A pesar de ignorar totalmente sus actividades espirituales, sus vecinos de celda le llamaron su ángel protector. Más tarde, como consecuencia de la revisión del proceso, se produjo su rehabilitación en 1962, siéndoles restituidos su honor y sus derechos anteriores. Sin embargo, continuó siendo apátrida.
Mikhaël ha podido viajar mucho, llegando a conocer perfectamente todos los países de Europa balcánica y de Europa occidental, diversos países de América, de África, de Oriente Medio, Japón, Taiwan, Hong-Kong, Thailandia y Sri Lanka. Visitó casi la Tierra entera escogiendo sitios privilegiados en la historia espiritual de la humanidad para meditar, como lo son: Karnac (Egipto), Gizeh (Egipto), Stonehenge (Inglaterra), Delfos (Grecia), Patmos (Grecia), Benarés (India), Baalbek, Ajanta, Srinagar, Kyoto y muchos otros.
En 1959 se fue a vivir un año entero a la India (desde marzo del 59 hasta febrero del 60), donde tuvo la oportunidad de compartir muchas cosas con numerosos Maestros. Cuando regresó a París, los que habían conocido al Maestro Peter Deunov lloraron lágrimas de emoción, ya que Mikhaël era la imagen viviente de su Maestro. Llega también con el nombre de OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV, pues había sido reconocido como Maestro por los Maestros de la India: Maharajj Nimcaroli Babadji, el lama Anagarika Govinda, Nityananda Maharajj y por otros. A principios de 1982 fue a la India nuevamente por tres meses.
En 1972, a los setenta y dos años de edad y después de haber pasado treinta y cinco años en Francia Mikhaël dio por fin la autorización a sus discípulos para publicar su obra, la cual consta de más de cien volúmenes tomados en notas y grabaciones de sus clases. Él nunca ha escrito nada. Actualmente (1998) están publicados al español unos cuarenta libros.
Su vida y Enseñanza
Él es su Enseñanza, sencillo y poderoso, grave y lleno de amor, poético y concreto, hermético y accesible, imaginativo y realista, inspirado y lógico, implacable en su análisis y lleno de confianza y de esperanza en el hombre.
Mikhaël es vegetariano y come en absoluto silencio.
No pretende aportar nuevos principios filosóficos o religiosos: éstos han sido enseñados desde tiempos inmemoriales y todo el mundo los conoce. Pero lo que aporta de nuevo, lo que le caracteriza, es una voluntad de concretar en el plano material, de traducir en comportamientos y en actos cotidianos las experiencias más sublimes de la vida espiritual.
A pesar de su vasta cultura Mikhaël no toma a casi ningún autor como apoyo, sin embargo hace alusión a varios textos sagrados, como: la Biblia, los Vedas, los Upanishads, el Libro Tibetano de los Muertos, el Tao Te King, el Zend Avesta, etc.
Más tarde dijo:
“He dejado de tomar como ideal incluso a los más grandes Maestros de la humanidad. Ávido, deseoso de algo más, he tomado el sol como modelo. Y quiero ser como él. Os lo digo sinceramente. Pensaréis: ‘¡Pero, es imposible!’. Sí, lo sé perfectamente, por ahora es imposible, pero por lo menos un día resultará posible. Por lo menos algunas partículas del sol se fijarán en alguna parte de mí...”
Ciertamente Mikhaël no ha revelado las razones que le han llevado a escoger al sol como Maestro. Algunos discípulos han visto como su cuerpo irradiaba e iluminaba el jardín en el que se encontraban con él en una noche invernal, al atardecer, en diciembre de 1974, cerca de un pueblecito de los Pirineos. Cuando Mikhaël volvió a visitar la India en 1982 se encontró con Madrassi Baba, clarividente y sanador, el cual le llamó “Rishi solar”.
Mikhaël era muy discreto con sus experiencia y solo dijo una vez que si había recibido la orden de dar una enseñanza y de realizar un determinado trabajo, se debía que desde mucho tiempo atrás (en esta vida y en las anteriores), el Cielo le había preparado. Cuando Mikhaël tenía treinta años su Maestro le recordó que había firmado un “contrato” ante los Señores del Karma.
Sus discípulos sentían que las puertas del cielo se abrían cuando estaban a su lado. Gracias a esta presencia experimentaban la realidad próxima y activa del mundo superior, y las palabras: Dios, Padre Celestial, Madre Divina, Principio Crístico, o Principio Búddhico, Alma, Espíritu, Entidades Celestiales, Ángeles, Arcángeles, no se presentan únicamente como términos del lenguaje religioso o teológico, sino que adquirían un significado extraordinario, aportando una comprensión distinta y emociones que varían desde el infinito, porque la vida del Maestro es su soporte y reflejo en la Tierra.
A pesar de haber sido tantas veces calumniado e injuriado, dijo un día:
“Se han tirado tantas piedras en mi jardín que me he convertido en alguien inmensamente rico, pues sé transformarlas en piedras preciosas. Y ahora, os las distribuyo para que os enriquezcáis, para que os esforcéis y os liberéis.”
Desencarna en Francia, en 1986.
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Sección actualizada:
04-10-2017